21/11/2010
Esta mañana he vuelto a encontrar la tapa del váter levantada. Los primeros días me causó intriga, después incredulidad y ahora se ha convertido en miedo. Creí que con bajarla bastaría, luego opté por poner una pila de libros sobre ella y la noche pasada sellé con silicona cada una de sus partes a la taza. En estos momentos me acoge la bañera, agazapado tras la cortina corredera, a oscuras, tembloroso. Tras un sonido seco algo se mueve, venciendo el peso de los libros, la silicona y el candado. Con el latido del corazón sobre mis sienes, me asomo lentamente por un ínfimo hueco.
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